Como
su propio nombre lo indica, el silbo es una forma silbada de codificación del
lenguaje hablado que sirve para comunicarse a larga distancia, aprovechando las
condiciones geográficas de la isla de Gomera; con condiciones favorables de
viento y demás, un mensaje silbado puede recorrer una distancia de 3 ó 4 kilómetros y,
teniendo en cuenta que Gomera no supera los 25 kilómetros de
longitud, no sería difícil hacer llegar mensajes a la otra punta de la misma
isla, aunque en el proceso pase de boca en boca alrededor de media docena de
veces.
Al
igual que con la voz, el silbo de cada persona es diferente y característico,
tanto por el sonido como por la forma de colocar las manos, permitiendo a los
silbadores reconocerse entre sí, incluso a kilómetros de distancia. Una
“conversación” consiste en la alternancia continua entre un silbador y otro
porque es necesario confirmar la recepción y comprensión de cada mensaje para
continuar el hilo o repetir lo que no se haya entendido.
Este
mecanismo resulta más complejo cuando el lenguaje adapta las 5 vocales del
español y sus 22 consonantes a 2 vocales y 4 consonantes, lo que provoca mucha
ambigüedad y hace que el contexto cobre una especial importancia para
interpretar todo correctamente.
Se
estima que el silbo gomero está emparentado con los antiguos pobladores
beréberes de las Canarias, anteriores al período de la conquista hispánica
donde se introduce el idioma español; la particularidad del silbo, es que a los
oídos suena como un canto de pájaros y nos resulta ajena e inentendible, pero
nos es más que sistema en que resulta adaptable al lenguaje que sea: guanche,
español, inglés…, lo que, para los lingüistas, convierte al silbo en algo
apasionante es que empezó siendo considerada como una serie de sonidos estándar
con un significado predeterminado para que los pastores se comunicaran entre
sí, mientras que hoy en día, es considerado ya por muchos un lenguaje
independiente y característico canario.
Su
gran valor lingüístico y cultural, durante la segunda década del siglo XX
conllevó un importante cambio en la forma de vida gomera, afectando
negativamente al silbo (que estuvo cerca de desaparecer), obligando al gobierno
de la isla a afrontar el problema, para ello se introdujo al en las enseñanzas
obligatorias de primaria y secundaria, lo que permite a jóvenes y no tan
jóvenes de hoy realizar demostraciones a los visitantes y hacerlos partícipes
de una experiencia tan especial, como parte de una cultura quizás no muy
extensa en el tiempo, pero sí muy rica.
Los
esfuerzos por mantener el silbo vivo es diaria y el hecho de incluirlo en las
enseñanzas obligatorias ha resultado un importante empuje, pero la gran mayoría
de alumnos que terminan sus estudios no encuentran una forma de hacer rentable
su capacidad y acaban dedicándose a otras cosas en su vida profesional, puede
que llegando a olvidar lo aprendido.
Existen
silbadores y silbadoras profesionales que realizan demostraciones de una hora
para turistas, normalmente en hoteles y restaurantes, en las que presentan sus
habilidades e incluso buscan intentar silbar un mensaje sencillo a los
turistas.
En la
actualidad oír el silbo Gomero por la calle es algo habitual, ya que muchos de
sus habitantes lo usan para saludarse de una forma diferente o incluso para
pedir unas cañas sin falta de levantarse o alzar la voz, muchos habitantes
sostienen que mientras este silbo sea útil para comunicarse, seguiremos
oyéndolo en las calles de La
Gomera.
El
silbo de la Gomera
no es el único existente en el mundo, también se encuentran en zonas de África, México, Turquía; pero lo que se da en
la Gomera
resalta en una faceta muy poco habitual: el denominado silbo, es declarado
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad hace algo más de 5 años.
Fuente: www.elcastellano.org
– Artículo del día 21 de diciembre de 2014.
Luis EMH
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